La Gigantona de Jocoro: un ícono salvadoreño que cruza fronteras
La tradicional figura salvadoreña robó miradas en un importante festival de Varese, en Italia. Muchos se tomaron fotos con la "Gigantona".
Abr 19, 2025- 14:48
Desde las coloridas calles de Jocoro, en el departamento de Morazán, hasta las celebraciones en Varese, Italia, una figura de casi tres metros de altura despierta sonrisas, emoción y orgullo salvadoreño. Es la Gigantona de Jocoro, una representación festiva que, con su alegría desbordante y su imponente presencia, se ha convertido en símbolo cultural de El Salvador.
Esta muñecona, también conocida como la giganta, nace del corazón mismo de las tradiciones jocoreñas, específicamente en el marco de las fiestas patronales en honor a la Virgen de Candelaria, que se celebran entre enero y febrero. La Gigantona no solo baila al ritmo de las bandas y acompaña a enmascarados, sino que también revive leyendas autóctonas como las de la Siguanaba y el Cipitío, con quienes comparte protagonismo en el imaginario popular.
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Pero más allá del folklore, la historia de la Giganta tiene raíces profundas. Su origen se remonta a 1908, cuando se halló en las minas de Jocoro el esqueleto de un supuesto gigante de dos metros y medio de altura. Aunque los restos fueron enviados al extranjero sin mayor documentación, este hallazgo dio pie a la leyenda de que los gigantes alguna vez habitaron tierras salvadoreñas. Las tradiciones Lencas también hablan de estos seres y algunos incluso los vinculan con los megalitos de Corinto, en Morazán.
La figura moderna de la Gigantona fue creada en 1940 por José Neftalí Hernández, mejor conocido como Don Bila. Su visión fue clara: tallar en madera una figura alegre, de gran tamaño, con grandes ojos y una sonrisa carmesí, que pudiera llenar de vida las calles del pueblo durante las celebraciones. Hoy, esta creación no solo alegra a Jocoro, sino que ha sido invitada a fiestas en otros municipios y, recientemente, ha cruzado océanos para hacer vibrar a comunidades salvadoreñas en el extranjero.
Acompañando esta tradición viva, el poeta Adonay Contreras rinde homenaje a la Gigantona con su poema titulado precisamente “La Gigantona”. En sus versos, Contreras describe con entusiasmo el espíritu festivo de esta figura mítica:
"En Jocoro vive una Gigantona, con su altura, ¡vaya que espanta! Casi tres metros de pura alegría, bailando en las fiestas, ¡qué gran energía! Que muñecona, ¡qué gran figura! En las noches brilla, es toda una locura. Desfila con enmascarados a su lado, y el ritmo de banda, ¡todo un legado! La Siguanaba y el Cipitío, la Giganta es parte del gran desafío. De leyendas salvadoreñas es el corazón, en cada fiesta, ¡una gran celebración! De enero a febrero, ¡qué gran ocasión! Honrando a la Virgen, con gran devoción. Y si en los pueblos la llaman a bailar, en el extranjero, ¡también va a triunfar! Así que si ves a la Gigantona pasar, no olvides reír y ponerte a bailar. Con su risa y su danza, ¡es pura emoción! La Gigantona de Jocoro, ¡un gran corazón!".
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Así, la Gigantona no es solo una creación festiva. Es historia, es mito, es poesía y es también identidad. En cada paso de su danza lleva consigo siglos de herencia cultural y la fuerza de un pueblo que, a través de sus tradiciones, se mantiene unido dentro y fuera de sus fronteras.