La frustración de no llamarse artista

"Los artistas en El Salvador deben despedazarse con tal de sobresalir, porque no hay espacios, no hay un fomento real y esto repercute en la autoestima nacional".

Por Juan Santiago Martínez / curador independiente y escritor Jul 27, 2025- 06:10

Uno de los aspectos fundamentales de la naturaleza humana es la capacidad creadora. Esto ha hecho que desde siempre le hemos prestado especial atención a nuestra propia ambición creadora. Esta misma realidad humana, tan primigenia como esencial, nos ha llevado a cristalizarla en una habilidad manufacturera e intelectual que llamamos Arte, y a su vez, esta habilidad cristalizó en una profesión más moderna que clásica: la del artista.

El ejemplo de artista como catalizador de la creación se ha mantenido vigente y sigue siendo una profesión que inspira a muchos. Entre ellos, los jóvenes que descubren tener ciertas características sensibles (generalmente apreciadas desde un concepto cliché del artista), quienes sueñan con un mundo dedicado a la expresión y las artes. Pero, existe una oscura noción que parece que ese sueño se convierte en un vil camino que tiene como único transitar la frustración.

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Esto es especialmente relevante en países como el nuestro, donde existe un minimalismo profesional.

Entonces, si pensamos que el camino del artista empuja más hacia el fracaso, la desilusión y el acomodamiento en otras labores que hacia la creación plena; nos parece que el Arte es más bien innecesario.

Por lo tanto, resulta más natural e inteligente optar por otro camino profesional, en el que la pura creación pasa a un segundo plano, convirtiéndose en un pasatiempo.

Sin embargo, suele pasar que el aspirante a artista se ve tentado por seguir este yermo recorrido. Eso sí, emprende esa aventura con un envoltorio añejo heredado del romanticismo: la vida bohemia, tan cotizada entre este subgrupo.

Las primeras referencias se hacen ver en la vestimenta, un ingenuo snobismo y el engrosamiento del léxico. Lucha por pertenecer a esta tribu urbana hasta que se da cuenta que el mundo cultural y artístico no termina de dar frutos.

Es en ese momento que inicia un proceso de desarraigamiento incontrolable y ve como algunos de sus compañeros de lucha sobreviven y viven de su producción artística y de su propia creación; mientras que otros deben darle la espalda a sus sueños porque el hambre grita más que el deseo de vivir de la creación. Como resultado, tenemos a una generación de creadores inconclusos.

Los que lo lograron se aferrarán a toda posibilidad para no dejar caer su tan prestigioso título de artista consolidado y los que no pudieron tratarán de luchar desde abajo por un espacio más bien limitado.

Pero, parten con desventaja, para ser concretos, ocho horas de desventaja todos los días, y todo esto sin mencionar el rango socioeconómico que suele también ser un agravante.

A pesar de ser un pesimista con el Arte y nunca haber ocultado mi constante trabajo por humanizar más el arte e idealizarlo menos, pienso que debemos encontrar la manera de democratizar el arte y así facilitar su arraigo en la sociedad.

Todo esto empieza luchando contra la frustración de nuestros artistas y soñando con la creación de espacios culturales necesarios.

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El arte democrático empieza, como en toda democracia, con la apertura de oportunidades y el leitmotiv "iguales en derechos y oportunidades" y debemos luchar por ello.

Los artistas en El Salvador deben despedazarse con tal de sobresalir, porque no hay espacios, no hay un fomento real y esto repercute en la autoestima nacional.

Quizá debemos fijarnos más en nuestro talento creativo y seguramente encontraremos perlas, porque somos una sociedad plagada de artistas que quieren ser reconocidos y de personas que quieren consumirlos, pero no saben cómo, ni saben dónde.

Entonces, no podemos seguir siguiendo una sociedad que manufactura artistas frustrados y pesimistas. Nos vemos en la obligación de construir espacios y fomentar la democratización basada en la excelencia, porque todo debe dirigirse por la meritocracia y el talento real.