La bicicleta como medio de transporte en una jungla de motores

En una ciudad pensada para carros, moverse en bicicleta puede ser un acto de resistencia. Desde Aguilares hasta la capital, ciclistas se enfrentan al peligro de muerte causado por una pobre educación vial, falta de planificación territorial y poca inversión pública.

Por Francisco Rubio Jul 26, 2025- 05:30

Aguilares, uno de los distritos de San Salvador Norte, es una pequeña ciudad con rica historia social y arqueológica, pero también destaca porque buena parte de la población conserva la movilidad en dos ruedas. 

Entre los años 80 hasta el 2015 fue conocida popularmente como “la ciudad de los caballos de hierro” o “la ciudad de las bicicletas”, un medio de transporte que aún es de preferencia frente al aumento del parque de vehículos automotores y bicicletas.

Con una superficie compacta y una población de aproximadamente de 21,000 personas según el último censo del año 2024, está integrado al municipio de San Salvador Norte, junto con El Paisnal y Guazapa.

Por los distintos rincones del centro de Aguilares el rodar de las bicicletas es lo más común y no necesariamente por deporte o actividad recreativa. Las personas de diferentes edades se transportan con este medio para llegar a sus trabajos, hacen mandados, van al banco, a los centros de salud a pasar consulta o van a visitar a algún amigo en el parque central, donde decenas de personas se reúnen. 

Aguilares ha sido conocido durante algunos años por ser la ciudad de los "caballos de hierro". Foto EDH/ Francisco Rubio

Como si estuvieran montando a un noble corcel, las personas se saludan a los lejos, se acercan y platican, cada quien desde su montura.Otros sujetan sus “caballos” a árboles o las distintas estructuras del parque municipal, mientras van y compran café, hacen algún mandado o se reúnen con otros amigos a contar cuentos como menciona Lucas Alvarado, quien le gusta hacerlo todas las tardes.

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Lucas anda en bicicleta desde los años 80. Al inicio era un pasatiempo y una manera de transportarse a hacer sus mandados o al trabajo; pero ya llegado a cierta edad, su doctor le recomendó mantenerse activo, así que la opción más obvia para él fue ya no soltar su caballo de dos ruedas. Ahora, además de ejercitarse, lo ve como un medio de transporte económico y accesible para llegar a sus destinos. 

A pesar de su gusto por las bicicletas, acepta que en una época optó por comprar una motocicleta; pero que al poco tiempo la vendió. “Uno se hace haragán, ya no se mueve y además es más peligroso”, dice Alvarado. 

Lucas disfruta movilizarse en su confiable bicicleta, pero si tiene que viajar por la carretera prefiere hacerlo acompañado de amigos, ya que si llega a atropellarlo algún vehículo lo pueden auxiliar. Y es que tampoco es extraño observar a varias personas circular en su bicicleta por los hombros de la carretera Troncal del Norte.

A pesar del ir y venir de las bicicletas por los alrededores del parque central de Aguilares -que vale decir que eso sorprende a los capitalinos por su gran cantidad de ellas-, los locales, y mayormente los que ya cuentan mayor edad, comentan que la cultura del ciclismo ha ido en disminución y cada vez se ven más automotores.

Juan Antonio es dueño de uno de los talleres de bicicletas más antiguo de todo Aguilares, esto lo comentan los ciclistas y otros talleristas de los alrededores. Juan ha visto cómo el paso del tiempo ha hecho que la demanda de este medio de transporte baje en gran cantidad. “Ahora las personas prefieren mejor la moto. Se sientan, aceleran y ya pueden ir a trabajar incluso hasta la capital y sin cansarse”, comentó. 

Estos son los estacionamientos de bicicletas en Aguilares. Foto EDH/ Francisco Rubio

Juan mencionó sentirse preocupado, ya que toda su vida la ha dedicado a la reparación de esta herramienta y ahora al no tener tantos clientes como antes su ingreso económico también ha bajado. Y es que según múltiples conductores de motocicletas sus trabajos o lugares de estudio están fuera del pueblo de Aguilares, teniendo que recorrer más kilómetros y al no contar con una ciclovía cercana que los pueda llevar más seguros a su destino, optan por un vehículo motorizado.

Lo que hace la gran mayoría de los usuarios de bicicleta para transportarse fuera de Aguilares es buscar puntos estratégicos, mayormente los puntos de buses. Ahí dejan sus bicicletas, van al trabajo y luego retornan por ellas para regresar a casa. Por eso no es extraño encontrarse hasta con una docena de estos vehículos de pedales atados a los arriates. 

¿Es viable ser ciclista en San Salvador?

El 28 de agosto del 2020, la Asamblea Legislativa aprobó la “Ley Marco para el Uso y Fomento de la Bicicleta”, la cual obliga al estado salvadoreño, a través de todas sus dependencias, a promover el uso de las bicicletas como un medio de transporte amigable y ecológico. 

A parte de promover el uso de las bicicletas, las alcaldías y el Ministerio de Obras Públicas (MOPT) quedaban obligados a adecuar las calles con espacios seguros para la circulación de estas, crear infraestructuras adecuadas para que los ciclistas puedan asegurar sus bicicletas, además de coordinar campañas de respeto al ciclista para proteger sus vidas.

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Hasta la fecha, se han hecho 23.11 kilómetros de ciclovías en el área metropolitana de San Salvador, siendo la del Barrio San Jacinto la más larga con 3.13 kilómetros. Fuera de la capital se cuenta con 92.18 kilómetros de los que 42 pertenecen al periférico Gerardo Barrios en San Miguel, que es la ciclovía más grande del país, según datos obtenidos en una solicitud de información pública al VMT.

El MOPT ha realizado eventos a lo largo de estos espacios marcados de azul, donde la protagonista es la bicicleta,  incluso el ministro Romeo Rodriguez fue parte de estas carreras en múltiples ocasiones, promocionando el ciclismo como un medio para ejercitarse. 

Lúcas Alvarado, izquierda, y su amigo Carlos platicaban en el parque de Aguilares sin bajarse se sus bicicletas. Foto EDH/ Francisco Rubio

Sin embargo, esta medida no llega hasta las personas que hacen uso diario de esta herramienta de transporte para movilizarse a diario a sus trabajos o lugares de estudio y la construcción de una red interconectada ciclovías en toda  la capital se ha estancado, es más, de algunos lugares donde las hubo fueron borradas, como en la colonia Maquilishuat.

Ordenamiento

Según Ricardo Navarro, presidente de CESTA y promotor del uso de la bicicleta, lo primero que se debe de hacer para ayudar a la población ciclista es un ordenamiento del territorio. 

Actualmente, los ciclistas que viven en las afueras de la capital y trabajan en ella tienen que usar rutas no señalizadas, poniendo su vida en peligro.

Estas mayormente se han ubicado en lugares de interés turístico como el centro de San Salvador o la Zona Rosa. Según Navarro, la mejor opción sería colocar estas vías azules en los centros de mayor densidad habitacional, donde vive la mayoría de las personas.

Para Navarro un buen ejemplo es el europeo el cual vincula la bicicleta con otros medios de transporte; las personas se movilizan en distancias manejables con sus bicicletas hasta una estación de transporte público para proseguir su viaje, dejan su bicicleta ahí parqueada en un lugar seguro y específico para ellas y se van a sus destinos teniendo la certeza que al regresar su “bici” estará en la estación. Otra opción que ofrece el presidente del CESTA es cerrar calles los domingos y darle espacio a las personas para caminar, respirar y usar su bicicleta en el área metropolitana, como la exitosa ciclovía del bulevar Constitución.

A pesar del crecimiento urbano y la densidad poblacional del Área Metropolitana de San Salvador (AMSS), el espacio destinado a la movilidad activa sigue siendo reducido en comparación con la infraestructura vial para vehículos motorizados, sobre todo particulares, la cual goza de una inversión pública privilegiada, cuando la mayoría de la población que paga impuestos no posee automóviles. 

Según datos del Fondo de Conservación Vial (Fovial) en abril de 2023, El Salvador contaba con 4,400 kilómetros de vías pavimentadas a nivel nacional. Aunque esta cifra es global, se estima que entre el 15% y el 25% de esta red se concentra en el AMSS, debido a su papel como núcleo económico y urbano del país.

Tomando una estimación moderada del 20 %, el AMSS contaría con aproximadamente 880 kilómetros de calles pavimentadas. Frente a esto, los 23.11 kilómetros de ciclovías registradas representan apenas el 2.6 % de dicha red vial. Esta proporción evidencia un marcado desequilibrio en la distribución del espacio urbano, donde la infraestructura para bicicletas ocupa una fracción mínima.

Foto EDH/ Francisco Rubio

Esta brecha subraya la necesidad de fortalecer políticas públicas que impulsen la movilidad sostenible y prioricen la seguridad y accesibilidad para ciclistas en un entorno urbano. 

Cabe mencionar que en el año 2024 fallecieron 25 ciclistas arrollados por vehículos y en lo que va del año 2025 se contabilizan 14. 

Los ciclistas representan una parte significativa del total de usuarios de la vía más vulnerables: en 2024, además de ciclistas, fallecieron más de 500 motociclistas y peatones, lo que refleja una situación de peligro en las calles donde hay una cultura de irrespeto en los conductores de vehículos de cuatro ruedas.

Movilidad de mucho riesgo

El Diario de Hoy contactó a ciclistas que hacen uso de la bicicleta como un medio de transporte alternativo. Se les consultó si creen que es viable usar la bicicleta en la ciudad y la mayoría dijo que sí, pero que nunca deja de ser peligroso.

Uno de ellos es Edwin Martínez, un docente de música que lleva alrededor de dos años transportándose únicamente en bicicleta de su casa hacia su trabajo. Antes de salir, se prepara con un maletín pequeño lleno de herramientas para cualquier contratiempo, ya que viaja desde la colonia Los Conacaste, Soyapango, hasta el Instituto Técnico Ricaldone, recorriendo alrededor de 12 kilómetros.

Cada viaje es como salir de aventura. Hay conductores amables que le respetan su espacio, incluso que le lanzan mensajes de reconocimiento hacia su esfuerzo físico, pero hay otros le gritan insultos mientras lo rebasan a pocos centímetros de distancia, adrede, casi atropellándolo.

A pesar de los peligros que representa andar en bicicleta, Edwin Martínez se siente feliz de hacerlo. “Me siento libre y hasta más relajado mental y físicamente”, comentó. 

Según la Organización Mundial de la Salud, el uso de la bicicleta como medio de transporte aporta múltiples beneficios como la reducción de los niveles de colesterol en la sangre, mejora el estado de ánimo, mejora el sistema respiratorio y cardíaco, reduce el riesgo de sufrir infarto o problemas cerebrovasculares, tonifica los músculos y disminuye la ansiedad y la depresión.

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Eso solamente en el ser humano, también trae grandes beneficios para el medio ambiente como la conservación del medio ambiente debido a que no produce gases tóxicos, usa menos espacio, ya que,16 bicicletas ocupan lo mismo que un vehículo. Además, al ser un medio más duradero y económico el costo de inversión es mucho menor, haciendo que su mantenimiento sea más económico. 

Según Martínez, el ciclismo le ha cambiado la vida e invita a las personas a que pierdan el miedo y se unan al mundo del ciclismo, siempre tomando precauciones, ya que el movilizarse entre los vehículos motorizados no es tarea fácil.

Edwin Martínez es un profesor que utiliza la bicicleta para movilizarse desde su casa a dar clases. Foto EDH/ Francisco Rubio