Adicción digital en adolescentes por avatares de inteligencia artificial que sustituyen vínculos emocionales reales

Expertos alertan sobre una nueva adicción juvenil: la dependencia emocional de avatares de inteligencia artificial, vistos como el “nuevo amigo invisible”.

Por Agencia EFE Ago 23, 2025- 12:43

El uso excesivo de pantallas en adolescentes está generando una adicción emergente: la dependencia de avatares de inteligencia artificial, que actúan como compañeros virtuales y sustituyen vínculos emocionales reales, según especialistas en salud mental.

El psiquiatra infantil Miguel Mamajón, del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Santander (España), lidera el “Programa pantallas”, una iniciativa pionera para prevenir y tratar el uso excesivo de dispositivos digitales en menores. Según explica, muchos adolescentes superan las siete u ocho horas diarias de conexión, y algunos casos extremos alcanzan más de once horas frente a pantallas.

De las redes sociales a los “compañeros” digitales

Si bien la adicción a redes sociales sigue siendo la preocupación principal, los especialistas están observando un nuevo riesgo: la dependencia de avatares de inteligencia artificial. Se trata de programas que simulan conversaciones y acompañamiento, ofreciendo respuestas personalizadas que los jóvenes interpretan como interacciones reales.

“Estos avatares sustituyen figuras de apego y pueden convertirse en un problema serio”, señala Mamajón. A diferencia de un amigo real, las respuestas de la inteligencia artificial carecen de profundidad emocional, lo que genera un ciclo de retroalimentación vacío pero adictivo. “Se crea una dependencia emocional hacia la propia inteligencia artificial”, añade el especialista.

Un hábito difícil de detectar

A diferencia de otras adicciones, el abuso de pantallas suele pasar desapercibido. Mientras el consumo de sustancias tiene consecuencias visibles y socialmente reconocidas, las nuevas tecnologías están normalizadas e incluso bien valoradas, lo que retrasa su detección.

El riesgo no se limita a la pérdida de tiempo o al aislamiento social. La sobreexposición digital también aumenta la vulnerabilidad frente a trastornos de salud mental, problemas de conducta alimentaria y situaciones de acoso.

Mamajón explica que adolescentes, sobre todo chicas entre 12 y 14 años, reciben constantemente mensajes de celebridades y creadores de contenido que refuerzan cánones de belleza irreales. Al combinarse con consejos sin base científica sobre dietas o rutinas extremas, la situación puede derivar en consecuencias graves.

La recomendación: retrasar el acceso a smartphones

Una de las medidas más claras que plantea este programa es retrasar la entrega de teléfonos inteligentes hasta, al menos, los 16 años. “Cuanto más tarde se introduzcan estas herramientas, más capacidad tendrán los adolescentes de gestionarlas con criterio propio”, sostiene Mamajón.

Los padres suelen ser quienes buscan ayuda en el “Programa pantallas”, preocupados por no saber cómo abordar la situación. “Te encontrás con padres que no saben ni por dónde empezar”, explica el psiquiatra.

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El abuso de pantallas en jóvenes suele pasar desapercibido, ya que las tecnologías están normalizadas y bien vistas, lo que retrasa su detección frente a otras adicciones. / Shutterstock

El rol de la familia

El tratamiento no se centra únicamente en los adolescentes, sino también en sus familias. Durante las terapias, los especialistas trabajan estilos de crianza, formas de comunicación y mecanismos de protección, como el control parental. Sin embargo, Mamajón subraya que más allá de las herramientas tecnológicas, lo esencial es el acompañamiento activo.

El especialista recomienda a los padres interesarse genuinamente por los contenidos que consumen sus hijos. “Preguntarles qué influencer les gusta o aprovechar una noticia en televisión para debatir en casa puede abrir espacios de diálogo”, sugiere. Incluso, propone que los hijos enseñen a sus padres ciertas habilidades digitales como forma de fomentar confianza y comunicación.

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Un desafío global

Aunque el programa se desarrolla en España, la advertencia tiene un alcance mundial. En países como El Salvador, donde el acceso a dispositivos móviles crece cada año, los retos para las familias son similares. Según la firma GSMA Intelligence, en América Latina más del 80% de los adolescentes cuenta con un teléfono inteligente, lo que multiplica la exposición a estos riesgos.

La dependencia emocional hacia avatares de inteligencia artificial es un fenómeno reciente, pero su impacto podría aumentar con la expansión de herramientas digitales cada vez más sofisticadas. Los especialistas coinciden en que la prevención comienza en casa, con límites claros y diálogo constante.

Estudios internacionales confirman la creciente relación de adolescentes con avatares de IA

Diversas investigaciones recientes respaldan las advertencias de los especialistas sobre la dependencia emocional hacia compañeros virtuales de inteligencia artificial.

Un informe de Common Sense Media de 2025, citado por AP News, reveló que el 72 % de los adolescentes en Estados Unidos ha usado alguna vez un “acompañante de IA”, mientras que el 52 % lo hace varias veces al mes. Además, un 31 % afirmó que la experiencia es tan gratificante como hablar con un amigo real.

De acuerdo con un análisis publicado en Parents —revista estadounidense especializada en temas de crianza y desarrollo infantil, perteneciente al grupo Dotdash Meredith—, el 33 % de los jóvenes entre 13 y 17 años asegura haber desarrollado “amistades” o relaciones con estos avatares**, lo que confirma que las figuras digitales están comenzando a sustituir, al menos en parte, vínculos humanos.

No todos los hallazgos son negativos. Un estudio de la Universidad de Stanford, publicado en arXiv en 2024, mostró que la interacción con chatbots puede reducir la sensación de soledad de forma comparable a una conversación humana, siempre que el usuario perciba que está siendo escuchado. Sin embargo, los autores subrayan que estos resultados deben tomarse con cautela, ya que el uso intensivo sigue asociado a mayor dependencia emocional.